Algunas veces tenemos proyectos en mente que nunca dejan de rondarnos, porque son un quiero y no puedo que no deja de posponerse, porque son cosas que vemos viables a largo plazo, o simplemente porque soñamos con ellas. Llevamos años bajando a los Alpes en moto, y viendo en los collados y rincones con encanto, grupos de furgonetas cámper terminando la jornada frente a idílicas vistas. Libres y ajenos a los pocos lugares en los que puedes dormir en tienda de campaña. «Cuando nos jubilemos, tendremos una cámper para recorrer el mundo», nos decíamos. ¿Y cuando va a ser eso?
Lo malo de tener algunas nociones de dibujo, es que tarde o temprano acabas garabateando algo. Y dibujar es la mejor manera de canalizar nuestros sueños. Porque los sacas desde ese lugar en el que campan flirteando con la abstracción, al mundo exterior. Y ahora se ven. Y al verlos, de repente, parecen reales. Eso es lo malo de hacer dibujos.
Dibujando estaba cuando, además, me dio por investigar lo que cuestan las piezas necesarias para completar el puzzle de una furgoneta camperizada. Y me asomé a un mundo desconocido, en el que todo parece estar ya inventado. Era como entrar a un lugar en el que todas las cosas cotidianas se encogen y se adaptan para caber en un recipiente que es notoriamente menor que una casa, salvo la excepción de que esta sea japonesa. Ahora había que encontrar la forma de acoplar todo aquello, para que además de quedar bonito, funcionara.
Y llegó la calculadora a incordiar. Ella fue la verdadera culpable de que tras el primer golpe de realidad dado por la señora directora financiera de casa, me atreviese a meter en el lío a otro soñador, y juntos aunque lejos, hiciésemos realidad este sueño. Ya tenía socio capitalista. Y estaba ansioso por empezar. Por eso, cuando la Renault Máster llegó a casa a finales de Abril, tenía tantas ganas de meterle mano, que una mañana, antes de ir a clase, le desmonté la mampara en 30 minutos de reloj. Ya no era una furgoneta de carga.
Por delante quedaba un arduo trabajo que de verdad, hay que estar como un cencerro para hacer sin ayuda de nadie. Pero que me ha enseñado muchas cosas, y no solo sobre fontanería, electricidad, o carpintería. He aprendido que aquel que dijo aquello de «querer es poder», está todavía riéndose de ver la aceptación que causó su frasecilla.
1. Proteger
Cuando forras una furgoneta por dentro, estas sepultando la chapa, de manera que nunca volverás a verla, salvo que la hayas liado parda. Entonces, hay que proteger esa chapa para que no ocurran a tus espaldas cosas que no quieres que ocurran. Muchas horas de lija, y pintura anti-óxido, son una buena manera de empezar, para que este no aparezca en el futuro.
2. Aislar y ventilación:
Vamos a aprender una palabra nueva: Kaiflex. Todos hemos notado, voluntaria o accidentalmente, que cuando dejamos un coche al sol, en apenas 15 minutos se convierte en un sarcófago radioactivo. Y que del mismo modo, si alguna vez se nos ocurre dormir dentro en invierno, el golpe de calor que hemos dado con la calefacción antes de apagar el motor, desaparece en cerocoma. Entonces, si vamos a pasar muchas noches al relente en nuestra furgo, y siestas no todo en la sombra que quisiéramos, hay que hacer algo para evitar los males descritos: Aislarla. Sí creemos que los fabricantes de coches aíslan estos antes de venderlos, estamos muy equivocados. A lo sumo, quitan un pelín de ruido con mantillas de materiales insonorizantes ligeros. Y nosotros lo que queremos ahora es aislar térmicamente.
Lo primero es crear un muro con un material que combine las propiedades antitérmicas de un buen aislante y del aire convenientemente encapsulado. Y eso lo hacen muy bien los esterillos de acampada. Hay una versión mejorada de estos que es lo que vamos a utilizar. Si además es adhesivo, mejor, porque habrá que cortar y rellenar cualquier hueco de manera que no quede chapa desnuda. Paciencia. Se necesitan días…
Paredes, techo, suelo… y cada parte con diferentes grosores en función de la exposición a las inclemencias. Yo, por ejemplo, en el techo metí 20 mm de espesor. Normalmente, la gente que aisla su furgo se suele quedar aquí, Pero este material aisla mejor del frío que del calor, por lo que yo, además, he metido una lámina combinada con capas de aluminio y burbujas de aire. Queda casi como una bola sesentera.
Igual: poco a poco y con paciencia llegaremos a cubrir techo y laterales, que es donde da el sol.
Y llegados a este punto, hay que abrir los vanos que vayamos a practicar en el techo de cara a colocar claraboyas, para recubrir sus bordes también convenientemente de aislante. Me guardo unos cuantos trucos para mí, peor claro, no está bien darlo todo masticado! Nos subimos al techo con una radial y jugamos a ser destroyer… con cuidadito, que los discos cortan más de lo que nos pensamos en una chapa tan fina como la de un vehículo. Y no digamos en un dedo o algo peor.
3. Instalaciones subyacentes:
¿Quería tener luz de leds en la furgo? Tomas USB. Ducha, lavabo, fregadero, sondas para los depósitos, placa solar, betería, relés… etc, etc… Pues todo eso requiere de que haya un buen número de cables atravesando la furgoneta de un lado para otro, etiquetados en sendos extremos y con los grosores correspondientes para soportar el consumo de sus elementos. Y todo eso hay que dejarlo montado antes de panelar. Así que, planos y más planos de todas las instalaciones y un meticuloso sentido de la previsión nos evitarán buenos chascos cuando ya hayamos terminado de embellecer el interior de la furgo.
4. Panelado interior:
Esta fase no es moco de pavo. Primero, tenemos que ver de qué manera vamos a fijar los paneles a los laterales interiores de la furgo, sobre el aislante, que no suele tener propiedades estructurales muy fiables, y luego tenemos que elegir y preparar el material con el que queremos forrar en función del acabado final. Muy importante: si es madera, tendremos que darle imprimación a ambas caras y pintura en la cara que mira a la chapa, para evitar que en el futuro aparezca moho, humedad y cosas feas.
El suelo no es muy diferente, y hay que aislarlo además de contra el frío, contra la humedad, ya que es el lugar en el que por gravedad va a acabar el agua que se derrame.
5. La cama
En la distribución interior elegida, la cama gozaba de una situación preferente ya que era una parte que iba a estar siempre lista para acogernos, nada de hacer una bancada convertible o similar. Así, su ubicación, se desplazaba hasta la parte trasera, en posición transversal a la marcha, para lo cual había que calcular muy bien los cms que quedaban, la altura a la que eran más aprovechables, y que la cantidad de aislante y panelado no dieran con ellos al traste. La estructura la hice empleando un tubo de hierro de sección cuadrada, convenientemente soldado y tratado para evitar el óxido. Este, con ayuda de unas pestañas realizadas con ángulos, fue atornillado a las vigas de la furgoneta para que quedase de una pieza. Y además, se le ha dotado de un tirante trasero al techo y del apoyo en la mampara que divide maletero y habitáculo. Por último, un peldaño ayuda a subirse desde este. El maletero resultante de ponerla ligeramente elevada, es impresionante.
6. Agua vaaa!
Cuando ya había transcurrido mes y medio de intenso trabajo, tocaba meterse en el capítulo de la fontanería. Más planos y esquemas, búsqueda de materiales, soluciones, alternativas… Lo primero era darle forma a la joya de la corona de esta furgoneta: El baño. Y es que meter un cuadrado de 80×80 en la planta de una L2, con una cama grande y dejando espacio para la salita, era toda una proeza.
Luego, instalar el plato de ducha, de manera que todo el suelo del baño desaguase en él. Tocaba hacer una plataforma para que este quedase por encima e inclinado.
Después vinieron los depósitos: Aguas grises y Aguas limpias, a la medida de los huecos que quedan en los bajos de la furgo, y salvando los órganos mecánicos. Es curiosa la cantidad de cosas que he metido en el depósito: Pasamuros, sondas, válvulas para llenado, bocanas…
Y por último, llevar el cableado para la bomba, y desde las sondas hasta los paneles para la lectura de los niveles.
7. Electricidad
Gran parte de este capítulo se resolvía en el de «instalaciones subyacentes», donde se dejaban metidos todos los cables que íbamos a utilizar durante el montaje eléctrico. Pero aún quedaban muchas cosas que poner, como la placa solar, la batería AGM (de gel en lugar de ácido), interruptores, fusibles, luces… y un largo etcétera.
Regulador de la placa solar
8. El baño
El baño era el protagonista de la furgoneta en muchos sentidos, porque suponía el reto de meter un espacio cuadrado de dimensiones considerables en una planta de 3,2 x 1,8 metros. Y no podía emplazarse en cualquier parte. Por un lado estaban las cuestiones organizativas, donde había módulos que ocupaban todo el ancho, como la cama, y otros verticales, como la encimera y la despensa, que debían ser los que se alternasen con el baño… pero el ancho de la nevera venía dado por el modelo trivalente que ya habíamos comprado, y en medio debía quedar además un pasillo de acceso a la cama. Al final los números encajaron y el resultado ha sido bastante decente.
Luego quedaba el tema de la disposición de las tuberías: había que ceñirse a los huecos que hay en los bajos por los que se podía meter una tubería. O más de una. Y la estanqueidad de una ducha, con lo que ello supone. El suelo entero debía ser impermeable y dirigir el agua sin remansos posibles hasta el desagüe. La solución consistió en hacer una estructura en la que apoyar la base que quedase a ras del plato de ducha, y con inclinación hacia este. Y el plato apoyado en el suelo. Unas losetas de PVC a modo de suelo y zócalo ayudaban a proteger la madera, junto al barniz de exteriores de todo lo demás. El grifo, para ahorrar instalaciones y espacio sería el mismo para lavabo y ducha, gracias a un mecanismo telescópico, y el potti viajaría en el plato de ducha, quedando espacio fuera para situarlo cuando se fuese a utilizar. Por último, arriba se dispondría el espacio para el boiler (sobre el potti, que se usa sentado) y un altillo.
Aquí se puede ver el efecto que logra la pintura en la percepción de los acabados…
9. Encimera y Gas
El curso se acaba y tenía que trasladar la furgo desde el taller cercano a casa hasta Granada, donde terminaría componiendo los muebles en el patio, y ensamblándolos en su lugar de destino, a la par que iba preparando los detalles para pasar la ITV y dejar todo homologado. Así que, con el suelo protegido para evitar arañarlo, fui dando paseos con cada pieza, el metro, ante la mirada da curiosos de todo tipo.
Tomando forma…
Instalación del gas con todo lo necesario para obtener la cartilla y el visto bueno del especialista…
A diferencia de otras furgos, esta cuenta con una buena bombona de butano con la que nos podemos olvidar por unos años del suministro de gas para la hornilla.
Encimera de roble natural
Así luce terminada!
La nevera trivalente integrada… ella ha sido la responsable de la medida de muchos elementos del interior.
10. La Salita:
El reto de meter cama de 1,35 y baño de 80×80 en una furgo compacta podía dar al traste con la salita, pero estaba todo controlado, y gracias a la base giratoria del asiento del piloto, primera «piedra» que se colocó de este ambiente, el espacio es el necesario para 3 personas.
No vale cualquier base giratoria, debe cumplir los requisitos necesarios de seguridad y estar homologada.
Luego tocaba hacer el banco, hueco y con tapa para instalar dentro la batería y un espacio para recoger cosas.
Anclaje de la mesa
Panel de control para niveles de depósitos y servicios varios.
Con el tablero ya barnizado la apariencia es bastante cálida.
11. El dormitorio
Entiendo que hay más episodios…me he quedado con la miel en los labios del 2º:Aislar jejeje
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Claro! Si no… Vaya final chungo. Pero poco a poco…
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