Innerdalen

Apenas desayunar empezamos a subir la pista que llevaba al centro del valle. Es una pateo bastante cómodo. Nada de saltar de piedra en piedra, de subidas muy empinadas ni de largas tiradas por suelo resbaladizo. Eso sí, las vistas eran de las mejores.

La subida consistía simplemente en seguir el eje del valle hasta una zona en la que hay un par de lagos y una serie de refugios atendidos de montaña, desde los que a su vez parten un buen puñados de senderos de alta montaña. Nosotros esta vez nos contentamos con llegar a ese campamento base, que es básicamente un paraíso a orillas de un lago. Antiguos edificios de madera dedicados a ganadería, reconvertidos en verdaderos hoteles de montaña. A lo añadido antes, súmale ovejitas, gallinas y bebederos inmensos y tendrás el paraíso de un Alaska Malamute. O eso debió ser lo que Sialuk entendió cuando decidió sentarse y negarse en rotundo a bajar. No estaba cansada. Simplemente, quería vivir allí. ¡Y quien no!

Después de casi haber tenido que cargar con sus más de 50 kilos, tras infructuosos intentos de convencerla de que allí no estaba nuestro lugar, emprendimos el regreso con una perra dándonos bocados de frustración.

Un comentario en “Innerdalen

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.