Los Nómadas del Atlas

Te sientes pequeño. Bajo los muros de adobe de la Kasbah que se va fundiendo con el paisaje, parte ya de los mil años que ha visto pasar, soy solo un nómada que atraviesa estos valles, en busca de los ríos que llevan sus aguas hasta el mar. Detrás de cada collado, otra imagen que me corta el aliento, y luego, vuelta a empezar. Nos atrevimos a desafiar al Atlas, con nuestras monturas, para rodar cientos de kilómetros de pistas de todo tipo desde Azrou hasta Essaouira, en la desembocadura al Atlántico. Cordillera y Océano que nos han dado cobijo en nuestro camino durante días, y nos han ensañado lo que ya sabía y lo que no, rincones para no olvidar, y lugares a los que regresar. Y así año tras año, para volver a ser nómadas, Nómadas del Atlas.

Esta vez la historia comienza un 19 de Julio. Desembarqué en Tánger con la Tiger un par de horas antes que mis compañeros, y tras una buena ducha en el Dar Bargach, me entretuve recorriendo las calles de su medina hasta que vi su barco llegar a puerto desde el mirador. Había aprovechado para ojear los restaurantes de la plaza, de modo que en cuanto estuvieron listos fuimos directos a reponer fuerzas. La tarde trascurrió entre zocos y salidas a la parte del protectorado español, pero las ansias para empezar la verdadera aventura, nos hicieron retirarnos pronto a cargar las pilas. Íbamos a partir bien temprano, pues de todos los grupos con los que he bajado a Marruecos, este ha sido el más madrugador con diferencia. Los que me conocen se asombrarán si les digo que yo mismo tuve que decir que tampoco era cuestión de iniciar la marcha de noche…

Y nos acostamos con esa extraña sensación, mezcla de incertidumbre y ansiedad, que precede a todos los grandes viajes, sabedores de que a partir de ese momento viviríamos grandes sensaciones. Pero eso, os lo contaré a partir de mañana.

 

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20 de Julio de 2017. Tánger – Azrou.

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Las motos habían dormido en el aparcamiento que queda en la curva que sube a la medina de Tánger desde el puerto. Era la tercera vez ya que la dejaba allí, y hasta la fecha había ido todo bien, de modo que no fue difícil regatear y que nos atendieran bien. Temprano, muy temprano, estábamos montados en ellas para ver salir el sol, porque nos enfrentábamos a una de las pocas etapas de asfalto, y como tal era larga en kilómetros, algo más de 400. Las carreteras del Rif se habían seleccionado ratoneras ex profeso, porque el tipo de monturas que predominaba en el grupo era de poco correr, pero ligera. De hecho, íbamos dos Trail y 4 motos de enduro que pesaban a grosso modo 50 kilos menos cada una. Nuestro destino: Azrou.

Aun así había que atravesar Meknes, que no tiene circunvalación a pesar de ser una gran ciudad, así que no queríamos descuidarnos. Los primeros kilómetros no se dieron mal, pero antes de llegar a Moulay Idriss, Jorge comenzó a escuchar claqueteo en la moto, y paramos para comprobar que la parrilla portabultos tenía un anclaje cedido. Fuimos mirando ferreterías hasta parar al final en un herrero, y en una media hora el problema estaba resuelto de forma artesanal pero definitiva.

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Paramos a comer de brasas, y llegamos a nuestro destino al comienzo de la tarde, lo cual nos dio para ducharnos, instalarnos, mantener las motos en el camping Amazigh y bajar a Azrou para dar una vuelta, comprar cosas (incluidos unos zapatos para Jose que se quedaron pronto de camino) y regatear algo de fruta para la cena.

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Los tiempos cambian y las mezquitas crecen en tamaño y lujo.

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El mercado de Azrou por la tarde está vacío.

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21 de Julio de 2017. Azrou – Imilchil.

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La salida de Azrou la hicimos atravesando la masa boscosa de cedros que hay al sur, pero por una carreterita que discurre solitaria y ajena al ajetreo de la nacional por la que pasa el turismo. Pronto la abandonaríamos para tomar una pista que gana altitud a la par que «ataja» dentro del trayecto norte-sur. Los paisajes de montaña se van sucediendo a medida que dejamos atrás los cedros y avanzamos hacia la provincia de Midelt. Otro tramo de asfalto y llegamos al primer punto del itinerario que puede tornarse complicado sobre todo para las pesadas: El circo de Jafaar.

Entramos en la zona del Circo en sentido contrario al que lo hice hace años en el 4×4. Lo primero que hicimos fue intentar seguir aquel viejo track, y nos dimos cuenta de que nos metía en una zona de terreras abandonadas al paso que nos iban haciendo calentar motores con alguna rampa y zanjas técnicas. Hasta ahí sin problemas, y pronto vimos que las rodadas más modernas pasaban por otro sitio. El ver aquello pisado nos dio ánimos, pensando que el cauce podía estar transitable, y llegamos al cortado desde el que se había de bajar a comprobarlo sin más remedio por la falta de visibilidad de la orografía. Las vistas, a pesar de ello, eran fabulosas.

Avanzan las flacas para ir informando y bajamos con las gordas por una rampa pronunciada por la que nos juramos intentar no desandar, y allí estamos. Si yo lo recordaba roto, ahora estaba destrozado. Las fotos no hacen justicia, entre otras cosas porque no estaban los ánimos para fotos, sino para preservar embrague e intentar no caerse de la moto constántemente. Pasamos, pero las pasamos canutas. Y allí empezamos a ver ya claro del todo que el plan de ir todos juntos era simplemente poco meditado.

Bastante cansados, salimos del circo hacia el bosque más ralo pero también poblado de cedros que hay al Oeste, y cuando llegamos al asfalto paramos a sopesar opciones de comida, ya que se nos había hecho tarde y estábamos cansados. Pero la falta de aldeas en la zona no dejaba más opción que avanzar, cosa que hicimos por asfalto dirección Imilchil, intentando comer de camino con poco éxito en sitios de estos en los que no sabes si intentan complacerte o tomarte el pelo.

Afortunadamente, en el final de la etapa nos esperaba un albergue realmente bueno, por habitaciones, atención y cocina: Aubergue Jardins D´Imilchil. Allí pudimos relajarnos y coger fuerzas para una etapa que empezaría y acabaría allí, permitiéndonos rodar ligeros de equipaje durante el día siguiente.

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Qué bien nos han cuidado en este albergue!

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22 de Julio. Imilchil – Imilchil.

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En esta etapa íbamos a hacer una ruta circular, a diferencia del resto del viaje. Bajamos por Msemrir por carreteras y pistas hasta llegar a las Gargantas del Dades, y de allí a Boumalne. Las flacas fueron ganando terreno con la idea de reunirnos en Tinherir, donde quedamos para comer. En ese sentido nos vinieron bastante bien los walkies instalados en el casco. Y el regreso lo haríamos también separados, ya que la mitad del grupo ascendmos por las Gargantas del Todra hasta Agoudal.

La jornada se dio tan bien que por la tarde sobró tiempo para ver los lagos Isli y Tisli e incluso darnos un baño, cosa que después de tantos años no había hecho nunca por cuestiones de temperatura: están a casi 2000 mt de altitud.

Luego nos depediríamos de nuestro estupendo albergue con otra cena opípara a base de cous cous, y quedaríamos emplazados para pasar por allí en nuevas ocasiones.

 

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23 de Julio. Imilchil-Cathedrale

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El día 23 iniciábamos la que sería la etapa más corta del viaje. Aunque no faltaría su toque picante. No salimos tarde, porque queríamos descansar en el bello enclave de la Cathedrale. Comer allí, investigar algunas pistas y bañarnos en el río. Y por una vez llegaríamos a la hora de comer… el tramo de asfalto transcurrió sin novedades reseñables. Cuando dábamos vista a los lagos, hicimos una parada para hacer fotos, y después de improvisar un trípode rupestre, aparecía un local que se prestó a hacernos una foto desde mejor ángulo.

Luego proseguimos la marcha alternando pistas con y sin asfalto, hasta llegar a la zona de la Cathedrale, donde los últimos 40 kilómetros se ponían más interesantes, por un camino algo castigado por el cauce irregular del río, que además nos deparaba unas vistas espectaculares. Así llegábamos a tiempo de asearnos y prepararnos para el tajine de pollo,  que os servirían debajo de un gran nogal.

La Cathedrale es una formación rocosa con forma de fachada de catedral, que hay cercana a la Guîte d´etape homónima. Allí una familia te atiende lo mejor que puede, y te ofrece distintos tipos de habitaciones bastante sencillas pero confortables y a buen precio. El río pasa justo debajo, por lo que es un paraje fresco y verde incluso en el mes de julio. Por la tarde seguimos el planning al dedillo y nos dimos un baño, alternando luego con otros turistas que habían llegado hasta allí de distinta manera. Por un lado un grupito de francesas que iban a hacer senderismo por el atlas, y por otro un australiano que había alquilado una f800 y que andaba bastante extraviado. Personas con las que cruzas tu camino y que quedan en la memoria como trocitos de cada viaje.

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Planificando cambios en la ruta.

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24 de Julio: Cathedrale-Bou Thrarar

 

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El viaje iba avanzando, y sobre el terreno, en la Cathedrale,  habíamos empezado a maquinar cambios con la idea de echar un día más juntos con el grupo de Jorge y Jose, que yendo en las flacas, habían decidido cambiar la costa Atlántica por una subida a base de pistas hacia Tánger. Había una noche que no estaba muy bien resuelta en mi track original, la del Tizi N´Test, y que podía acarrear además una etapa de allí hasta Essaouira larga y dura, atravesando una cordillera por pistas que apenas se veían bien en el Google Earth. Tampoco quedaba del todo clara la noche en las faldas del Toubkal, así que decidimos frenar un día más para ver el valle de las Rosas y retrasar así la última noche juntos, en Afoulou. Una vez lo comunicamos en el albergue de allí, ahora se trataba de hacer sur hasta casi la nacional que conectaba Ouarzazate y Boumalne, y buscar dónde dormir por allí.

Además, en esa etapa Paco nos dejaba aquejado de problemas de salud. Espero que podamos coincidir en otra más suave, compañero!

La salida de la Cathedrale hacia el sur nos depararía paisajes espectaculares. La pista subía hasta rodeara por detrás llegando hasta casi su cota máxima, y luego bajaba por una serie de horquillas de piedra suelta un poco delicadas para las gordas. Luego enfilaríamos hacia el Valle de las Rosas, por otra pista en obras, que nos tuvo entretenidos por el tráfico de maquinaria, incluso teniendo que esperar en algún punto a que nos rellenasen una zanja para poder pasar. El Valle lo pillamos también en obras, pero pudimos al menos contemplar las formaciones a las que llaman rosas, de piedras superpuestas de color pardo oscuro. Poco más adelante paramos a comer algo en un garito bastante simple con porches, en el que el grupo se unió de nuevo.

Cuando iniciamos la marcha, desembocamos en un estrecho, en el que nos empezó a llover y por el que decidimos pasar sin parar por si había una crecida de aguas. Finalmente, nos llevaría a una población rodeada de viejas Kasbah, en la que empezamos a buscar opciones para dormir. La primera opción fuñe casi épica. Jorge y yo entramos en un gîte del que nos costó encontrar el dueño, mientras presumíamos con cierta valentía que a nosotros no nos daba miedo dormir en lugares sencillos… pero al poco salíamos con las caras blancas para decirle al grupo que «había que seguir un poco más». Y así anduvimos un par de aldeas más en dirección a Boumalne, con Jose un poco tocado por la dieta marroquí, hasta que dimos con un lugar estupendo en el que reponer fuerzas.

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los boxes de cada tarde… unos cambiaban aceite y filtros mientras otros dábamos un manguerazo y un brochazo de aceite…

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25 de Julio. Bou Thrarar- Afoulou

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No habíamos dormido nada mal en Bou Thrarar. Tras desayunar en la parte baja del patio interior, con todo el fresco que podíamos esperar en Julio y un poco más, nos hicimos a las monturas que estaban en el patio interior trasero esperándonos. Jose parecía estar repuesto y con ganas de guerra, de modo que Jorge y él se ciñeron al plan inicial de conectar Aît Moudzit y Afoulou por el rñio. El resto roderíamos por Skoura para subir por Tamzerit, aunque eso sí, la primera parte del recorrido era común… en teoría.

Primero desandamos el tramo hasta el pueblo del Gîte de los horrores por asfalto, y desde allí, hicimos Oeste por caminos. A los pocos kilómetros de salir, metidos ya en harina por pistas pedregosas de un valle, los dos de las falcas nos decían por los walkies que los cauces de los ríos dejaban el terreno muy mal para las pesadas, de modo que subimos a una pista algo más rodada y seguimos en paralelo. A continuación fuimos avanzando a base de gps y mapas, en busca de la carretera asfaltada que debíamos encontrar en Toumdaoute, y allí volvimos a conectarnos por radio. Ellos harían norte y luego Oeste en el cauce del río, y nosotros bajaríamos por la nacional, así que nos deseamos suerte y seguimos. Espero sus fotos porque la zona del Ouandras debe ser preciosa, ahora que conocemos el extremos opuesto.

Intentamos sin éxito conectar por pistas rápidas con Ghasat sin tener que bajar hasta Skoura, pero no estaban ubicadas tal como aparecían en el mapa, y ya empezaba a hacer calor, así que fuimos a lo seguro: dar el rodeo. El tramo de sur a Norte hasta Toufghine tenía un asfalto bastante peor que muchas de las pistas que habíamos hecho, lleno de tramos de tierra rotos, así que nos lo tomamos con relativa calma. COn todo y con eso, en un cambio de rasante en el que me animé un poco, pude comprobar que la Triumph es una moto realmente noble, pues me encontré un salto de tierra en curva bastante comprometido y aun me estoy preguntando por qué la moto ni se movió de la trayectoria…

Al girar hacia el Este hacia Afoulou entrábamos en el valle que lo compañeros hacían en sentido contrario, el asfalto de repente mejoraba, y con él las vistas, la vegetación y todo lo demás se hacía más amable. Llegamos al albergue casi a la vez, y allí nos atendieron de cine. El encargado, que es profesor de español, se ha ganado nuestra confianza para futuras ediciones. Y él mismo nos recomendó subir a Taselnt, un pueblecito realmente pintoresco y fuera de toda ruta turística, por el que dimos un paseo por la tarde retrocediendo algo más de un siglo en nuestros relojes y viendo bien de cerca la vida en el Atlas profundo.

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Gîte de Afoulou

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Dormir en aquel gîte de Afoulou tuvo además un sentido especial. En Abril de 2015, sin yo saberlo, viajamos a Marruecos por Tarifa casi a la par de un grupo de espeleólogos que tenían intención de hacer una escala para descolgarse por el cañón del Ouandras. Podía haber sido como una de tantas ocasiones en las que te cruzas con un amigo por la calle sin percatarte. Pero la muerte de dos de sus integrantes, primero Gustavo Virués y después José Antonio Martínez Jiménez, hizo que poco después supiera de aquella triste coincidencia en el país vecino, y de que tirando de la cuerda, averiguase que habíamos cruzado en barcos sucesivos.

http://www.antena3.com/noticias/sociedad/fallece-jose-antonio-martinez-otro-espeleologos-espanoles-atrapados-marruecos_20150405571e17014beb287a2919d533.html

La noche anterior de bajar el Ouandras, durmieron entre esos mismos muros que veis en las fotos.

Hace ya unos cuantos años, allá por el 1994, entré durante un curso de iniciación en el Grupo Espeleológico Ilíberis. Éramos estudiantes de la Universidad de Granada queriendo encontrar deportes en los que proyectar nuestro amor a la montaña. Allí conocí a José Antonio, y a su hermana, M Ángeles, con quienes me reenganché en el curso de perfeccionamiento y con quienes compartí tres años de mi vida casi a diario; Ella y yo estuvimos saliendo. Fueron muchos los fines de semana de salidas a cuevas, a senderos, acampadas, viajes, proyectos… sé que tarde o temprano mi conexión con Marruecos nos habría hecho coincidir aquí, de no ser porque avanzamos en distintos caminos. Lo que no esperaba es que fuera de esta manera. Cada vez que los recuerdo, a todos, es con la admiración de ser una GRAN familia, y desde este blog quiero enviarles un fuerte abrazo y este pequeño homenaje visual:

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Hasta siempre, compañero.

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26 de Julio. Afoulou – Essaouira

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El día 26 era el de la despedida de medio grupo. Jorge y Jose iniciaban el regreso por pistas en paralelo a la bajada, y el resto nos íbamos a las costa atlántica, en busca de otro tipo de fresco distinto del de las montañas. Ese que nos había mantenido bien vivos mientras recorríamos los caminos del Atlas. Pero ahora había que atravesar el valle de Marrakech, y enfrentarse a la realidad del cálido verano que estaban pasando en medio mundo. Pero antes de la bofetada de calor, volvimos a tener anécdota con la moto de Jorge, en forma de un pinchazo fantasma. Lo peor no fue ya no encontrar el pinchazo, sino el después de tanto hablar sobre el tema, no haber sido capaces de montar una rueda sin pellizcarla, a pesar de una hora de hacer fuerza. Así que los metimos a los dos en una furgoneta en dirección Demnate, y nos fuimos a esperarlo con Jose, al que dejamos sobre las cuevas que hay bajo la carretera llegando a la ciudad.

El resto seguimos para ver pasar por encima de los 40 grados a la altura de la ciudad imperial, en la que paramos a tomar unas bananas, y luego volver al fresco en los últimos kilómetros antes del mar.

Essaouira es ya una vieja conocida. Lo que era nuevo en esta ocasión era el alojamiento, tan curioso como su nombre: Green Milk. Yes! why not?? Es un riad de costa, escondido entre las calles de la medina, al que le han querido dar un aire que fusiona lo árabe con el reggae… sin dejar fuera un aire de paz y amor… que se saltaba de vez en cuando uno de los encargados, si hacías ruido antes de las 9 de la mañana. Lo bueno de estos sitios, además del precio de derribo, es que te encuentras gente muy curiosa, inclusives algunos artistas en fase de maduración que se han dejado caer por allí atraídos por el ambiente de Essaouira. Y es que no debemos olvidar, en esta capital se celebran importantes certámenes culturales, gracias a su entorno, su ambiente, sus calles, el atlántico… Ciudad también pesquera por excelencia, en su puerto podemos comprar pescado y que nos lo hagan a la brasa por 10 Dirhams (1 €) en los garitos de al lado. Claro que, además de la frescura, comprarlo en los puestos a pie de los barcos, te permite saborearlo a precios de risa.

Pero la primera noche el puerto está cerrado, de modo que nos fuimos a que nos engañasen un poco a los puestos que hay al final de la plaza, y a pesar de todo, no comimos nada mal. Como anécdota, nos empeñamos en tomar una cerveza, y tuvimos que ir en su búsqueda a uno de los viejos cafés, donde nos la vendieron de manera totalmente clandestina. Ya saciados, entre paseos, fotos y cena, nos fuimos a descansar sabiendo que al día siguiente no habría que madrugar.

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27 de Julio: Un día de tregua.

El día 27 se había planificado como un día de descanso, para eso estábamos de vacaciones, alrededor de la ciudad costera. Así que lo aprovechamos para ir de playa, olismear en las fábricas de Argane que tan de moda está ahora (había prometido unas semillas a un amigo), hacer fotos y disfrutar de una parrillada de pescado como Dios manda.

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28 de Julio. El Jadida.

Ahora sí. Tocaba subir por la línea de costa de regreso, y en moto lo más sano era hacerlo dividiendo la tirada en dos etapas. De modo que el primer día, subiríamos costeando por Oualidia, hasta El Jadida, y el segundo cogeríamos ya la autopista hasta Tánger.

El Jadida era un destino que siempre había dejado de lado. Y ahora quería dormir allí, cansado ya de repetir noche en Rabat. Y acertamos de pleno. Tiene una ciudadela portuguesa muy bien conservada, entre muros y pegada al mar, llena de alojamientos con bastante encanto. No elegimos en más bonito, pero sí uno de los más auténticos, regentado por un italiano motero que llevaba viviendo allí más años de los que recordaba. Visitamos la cisterna, la fortaleza, nos asomamos a alguna de las puertas al mar de la muralla, y comimos de cine, como siempre, en los restaurantes que hay frente al paseo marítimo al norte de la ciudad fortificada. En una buena terraza con vistas al mar.

Luego nos acercamos a pasear por la playa, para comprobar que era una ciudad con un turismo bastante local, lo que favorecía esos precios tan bajos comparados por ejemplo con Oualidia.

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29 de Julio. Regreso a casa.

Amanecíamos temprano, preparados para otra jornada maratoniana. Al respecto, he de decir que la moto de Jose, una BMW X Chagenge, me sorprendió gratamente por ser el equilibrio ente las endureras de Jose y Jorge, y nuestras ruteras trail con aptitudes camperas. Rodaba sin prejuicios a 120 por la autopista, y les seguía a ellos por pistas rotas sin titubear.

Pero hoy habría más de lo primero que de lo segundo, que brillaría por su ausencia de peaje en peaje hasta Tánger. Estuvimos de acuerdo en llegar pronto todos, para encontrarnos allí con el resto y cruzar, unos para iniciar el regreso y yo, para llegar hasta Granada del tirón, que desde el Jadida no era moco de pavo.

Así se cerraba otra bajada más, con la cuenta ya perdida, auténtica, llena de aventura y no exenta de riesgos, por lugares que no dejan de sorprendernos a todos del país vecino. Parece mentira que, después de tantas veces, me sigan quedando rincones preciosos por descubrir. Pero siga además deseando regresar a aquellos que ya conozco, en los que parece quedarse un pedacito de nosotros que nos pide volver una y otra vez a regarlo. Recorrer en moto los valles de tierra, atravesar sus cauces, las gargantas, los collados y asomarse una y otra vez a un nuevo horizonte que nos regalaba colores plenos del verano, ha sido una experiencia que tarde o temprano volveré a repetir. Ya estamos pensando en el siguiente, así que… hasta pronto.

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En casa tras un manguerazo.

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8 comentarios en “Los Nómadas del Atlas

  1. Uaaaaaauuuuu!
    Un viaje alucinante, lleno de experiencias, preciosos paisajes y muchas vivencias que contar…
    Y que también me trae recuerdos, unos buenos, y otros malos y dolorosos… el lugar donde mi hermano perdió la vida…
    Gracias por tus emotivas palabras, que créeme, son reconfortantes. y muchas gracias sobre todo por recordarnos con tanto cariño, el sentimiento es completamente mutuo!
    Reconozco que me he emocionado mucho al leerlo y confieso que escribo estas palabras entre lágrimas, viendo las fotografías de aquellos momentos tan felices compartiendo la pasión que nos unía a los tres: la montaña.
    Muchísimas gracias Raúl, un agrazo enorme! (y un beso para tí hermano, que ahora nos contemplas desde la cima más alta de tu querida Granada).

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  2. Hola Raúl. Soy la prima Busy, jeje! Muchísimas gracias por tan bonitas palabras y fotos. No sabes lo que supone ver esos recuerdos cuando se echa tanto de menos.
    Enhorabuena por tu blog,.confieso que me.he enganchado a tu viaje e incluso parecía que iba montada en una de esas motos.
    Gracias por recordarnos con tanto cariño y gracias por tan bonito homenaje.
    Un saludo enorme.

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  3. Grandiosa aventura habéis vivido en el país vecino. Enhorabuena!
    En lo que respecta a nuestra familia, me hago casi portavoz de ella, agradeciéndote el recuerdo que has tenido hacia José Antonio y el resto de nosotros.
    Un fuerte abrazo.
    Soy Antonio, tío de José Antonio

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