21 de Febrero:
Salimos de Chartres hacia Tours tempranito y descansados. Tours se nos mostraba como una ciudad universitaria amplia, con metro (que recorría una curiosa avenida rectilínea perpendicular a la vía del casco antiguo) y con un casco antiguo bastante abarcable.
Cominos en un restaurante céntrico, y salimos hacia Poitiers para amanecer allí, como era costumbre. Una vez aparcados, hicimos la sesión de lavandería que ya se iba convirtiendo en habitual cada 3 o 4 días. Y a cenar a la furgo productos franceses estupendos.
22 de Febrero:
Poitiers. Quizás era la estrella de la bajada. Se trata de una preciosa ciudad con un gran casco antiguo testigo de su vasta historia, que creció en torno a un río lleno de molinos. Aquí si era cierto que la densidad de edificios históricos por kilómetro cuadrado se salía de lo normal, así que pasamos la mañana disfrutando de un largo paseo por sus calles, tras aparcar en una zona alta que hacía las veces de mirador.
Tras dar por finalizada la visita a Poitiers, salimos hasta Angulema, en nuestro afán por enlazar las principales ciudades del centro de Francia por carreteras sin peaje. Allí habíamos seleccionado un área de autocaravanas bastante curiosa, en la que tras llamar venía una mujer a cobrar. Dormimos más solos que la una junto a un hipódromo.

23 de Febrero:
Angulema es una ciudad pequeña, con una preciosa iglesia románica, un castillo, y un casco antiguo pequeño. Llama la atención que es centro de diversas exposiciones de cómic, que han dejado huella en forma de murales por sus calles.
También tiene un bonito mercado de abastos junto a una plaza alta que hace de mirador al río, en el que rellenamos la despensa de delicatessen.
Dado que no había mucho más, sin embarcarse en un bateau o andorrear los alrededores, seguimos hasta Bourdeaux, donde dedicamos la tarde a visitar unas bodegas y ver el casco antiguo iluminado, así como las orillas del río Garonne.
Qué decir de Bordeaux de noche? Precioso. Además, aquí nos lo íbamos a tomar con más calma, como ciudad grande que era, así que a la mañana siguiente teníamos tarea.
24 de Febrero
Nos tiramos a las bulliciosas calles de Burdeos, que s eme antojó como la Sevilla francesa, a recorrer los lugares más emblemáticos, y el clima acompañó:
También es una ciudad con muchas cosas que ver en los alrededores, como comprobaremos en el futuro, pero no hago spoiler. Nosotros, para dormir, decidimos hacer una pequeña intromisión en las landas, para dejar atrás el jaleo que dimos por hecho que habría a la mañana siguiente, y de paso picotear un poco en un sitio al que le tenemos ganas.
25 de Febrero
Primer tramo de bajada. Estábamos ya muy al sur de Francia, así que en cruzar los pirineos desde las landas debajo de Burdeos, nos llevó apenas un ahora. Y la idea era quitarnos tirada haciendo noche en la Calahorra, donde nos había tocado una noche de hotel en los Paradores meses antes. El pueblo no tenía mucho más allá del paseo del centro junto a nuestro alojamiento, y la iglesia. Pero se comía de escándalo por muy poco dinero.
El camión del tapicero en la puerta del Parador de la Calahorra.
Y poco más que contar… habrá habido en la historia viajes de novios mucho más glamurosos, pero dudo que haya muchos tan divertidos, plagados de anécdotas y llenos de contenido como este. Las fechas, fuera de nuestros itinerarios habituales, pusieron la guinda a un escenario cotidiano, sin aglomeraciones, fresquito, pero nada que supusiese un problema gracias a nuestro botón de la felicidad. En fin, irrepetible.