Hoy no voy a dar demasiados detalles sobre esta ruta, ya que fue un paseo improvisado por dehesas, en el que no atendimos a todos los letreros que encontramos por el camino, porque no entendemos lo de las puertas en el campo. Pero de andar libremente por este a incitar «a que lo hagan los demás» va un trecho. Así que, os diré que nos ubicamos en Lugros, y a partir de ahí… subimos al bosque encantado.
El resultado son estas fotos, que un mes antes del esplendor de las hojas amarillas, no resultan tan espectaculares, pero al menos nos permitió andar con los perros también en libertad.















Otra de las consecuencias de la época del año fue la eclosión de moras de zarza, riquísimas, de las que comimos hasta casi enfermar, y con las que además hicimos una mermelada que todavía anda por el frigo…
Queda inaugurada la temporada de excursiones otoñales!