Rescatando batallitas de nieve, me he dado con esta gloriosa jornada. 20 de Febrero de 2010. Calar Alto, 2100 metros de altitud, uno de los techos de la provincia de Almería. Javi y yo nos hemos acercado a jugar en lo blanco, y a hacer fotos del observatorio hispanoalemán que hay arriba. Por la carretera acaba de pasar el quitanieves, de modo que nos desviamos a la derecha hacia la antigua pista que sube entre pinos rodenos. Al principio, bien…
… pero pronto, la fuerte inclinación y el hielo que hay bajo la nieve nos imposibilitan el avance, de modo que volvemos para terminar la subida por el asfalto recién limpiado. Arriba, las imágenes son sobrecogedoras. Ni un alma alrededor de los formidables telescopios. Almorzamos y hacemos unas cuantas fotos.
Pero es demasiado temprano para nosotros. La idea es cenar en la Sierra de Lúcar, así que aun tenemos toda la tarde. ¿Qué podemos hacer? ¿Y si bajamos por la misma pista por la que no hemos podido subir? Sabemos que hemos remontado desde abajo hasta unos 3 kilómetros del arranque de esta desde el asfalto en su cabecera. Parece sencillo. 3 kilómetros de nieve en descenso…
Ya desde el comienzo de la bajada tomamos consciencia de la cantidad de nieve que hay por lo profundo de nuestras roderas. En esa imagen llevamos apenas cien metros de pista, al fondo se ven las huellas del quitanieves…
La nieve llega a los estribos del coche…
La pista se ve tentadora en descenso, pero es todo un tremendo ventisquero…
Y los atranques se suceden uno detrás de otro. El cabrestante de Javi echa humo…
Llevamos dos horas para recorrer un kilómetro, y tenemos delante una fuerte bajada. Al fin tenemos la brillante idea de hacerla a pie para ver cómo está abajo, y comprobamos que al final del descenso, hay aun más profundidad de nieve, un verdadero pozo. llegar hasta allí con los coches va a ser tener que dejarlos irremisiblemente. Así que decidimos volver sobre nuestras roderas… cosa que no es tan sencilla como parece porque se han congelado.
Al final, salimos de allí a las 10 de la noche, que en Febrero implica una temperatura como para que se queden los dedos helados de manejar eslingas. Como anécdota, la cara que pusimos cuando saltó el tornillo del extremo del cable de cabrestante…
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