
Se trata de una pequeña excursión que une ambos pueblos y que se puede hacer en 3/4 de hora, la ida, más otro tanto si hemos dejado el vehículo en uno de los dos. Tiene algo de desnivel, pero muy suave, y transcurre por una zona arbolada y fresca, cruzando en altura el cauce del río. Al ser vereda, no hay tráfico, pero hay que tener cuidado con algunos cortados. Se puede hacer perfectamente con perros.
Ambos pueblos son buen reflejo de la fisionomía aragonesa, con calles estrechas e intrincadas y construcciones en las que prevalece la piedra. Son una buena parada para hacer otras excursiones de mayor envergadura desde aquí, sin olvidar que cerca tenemos el circo del Balneario de Panticosa, que es realmente lo que llama la atención de los amantes de la montaña.