Teníamos que lidiar con las muletas. Nos habían recomendado encarecidamente esta ruta, pero también estábamos advertidos de que no estaba exenta de cierto ascenso. Y como si de una peregrinación se tratase, animada por los paisajes estremecedores en lugar de por fervores religiosos, la protagonista de esta proeza trepó hasta el lago que da vistas a la preciosa cascada de Le Casset sin titubear. Las fotos lo dicen todo. Es un recorrido no demasiado exigente y bien marcado, paralelo siempre al río que sale del lago, presidido en todo momento por las espectaculares vistas del glaciar. Si aun tenemos ganas de más, la vereda sigue en ascenso pasado el lago… volveremos!