Estrasburgo posee la sede del parlamento y del defensor del pueblo europeos. Y no es casual. Esta bellísima ciudad francesa, capital del bajo Rin, rebosa historia por sus turísticas calles. Atravesadas en parte por canales navegables gracias a un sistema de esclusas, invitan a recorrerlas a pie, en bicicleta o en una de las barcazas fluviales que la hacen aún más fotogénica.
Para visitarla en cámper, aparcamos en la estación de tren de la cercana Kehl, que esta en la orilla opuesta de Rin y por lo tanto en Alemania, y nos desplazamos en tranvía gracias a la buena conexión. No hay problema con los perros, que van en el último vagón sin coste, como las bicicletas que recorren la ciudad por doquier.
Lo ideal es parar en el centro, y ya moverse a pie, pues este no es tan grande. No es una ciudad cara y hay muchos restaurantes para comer a un precio correcto, platos típicos de la Alsacia.
Además, de cara a los profes, como ciudad parlamentaria, existen subvenciones para viajar con alumnos, y lo considero un buen destino como base para un viaje de estudios, por las varias visitas que se pueden hacer en los alrededores. En este blog tenéis unas cuantas ideas. Dejo aquí algunas fotos de nuestro periplo.















