Lo que tiene aparcar al atardecer es que, hasta que te levantas, no tienes una noción exacta de dónde estás. Y un poco fue eso lo que ocurrió cuando amanecimos nuestra primera noche en la Selva Negra.
¿La Selva Negra? Empecemos un poco por el principio: qué nos trajo hasta este destino que otras veces hemos rozado en nuestros viajes sin dedicarle la atención que se merece. La Selva negra está a «solo» 3 etapas cómodas de Andalucía. Este año estamos volcados en la construcción de nuestro nuevo centro de operaciones, y eso implica que hay que ahorrar. Y además Arturo se había apuntado al plan un año antes, y a él lo que menos le gustan son las tiradas maratonianas sin bajar de la furgo. Así que tocaba correr una aventura que no se alejase tanto como Escocia, Noruega… y la elección de este lugar no pudo ser más acertada.
Al recorrerla de sur a norte, las primeras escalas de este viaje serían los lagos Schulsee y Titisee, muy próximos entre sí. Para el primero aparcamos en un área de AC próxima al pueblo que le da nombre al lago. desde allí dimos un bonito paseo por la orilla junto a una vía de tren turístico, visitamos Schulsee, y disfrutamos de un día estupendo desde nuestra casita rodante.
A la mañana siguiente, dimos un paseo hasta un mirador en alto, que nos permitió tener una buena perspectiva del lago:
Y de allí a cubrir la escasa distancia que nos separaba del lago Titisee. Intentamos aparcar en la zona de AC que había fuera del camping, pero no fue posible porque estaba a tope. Así que entramos en este. Lo cual nos permitió aprovechar para ducharnos con más espacio, lavar ropa, jugar al fútbol con otros chicos… bueno esto más bien fue cosa de Arturo, que vino encantado de poder hablar algo en alemán con ellos. Y es que fue tanto lo que le estaba gustando aquello que empezó a estudiarlo con una app de móvil.
Por la tarde dimos otro paseo precioso desde el camping a Titisee, por la orilla alejada de la carretera. Es un destino muy turístico, pero aun así pudimos disfrutarlo sin sensación de agobio.
Incluso nos atrevimos a darnos un baño, comprobando que a pesar de las latitudes, el agua estaba bastante menos fría que en el Genil…
Desde allí, salimos hacia Triberg a la mañana siguiente.















