Viajeros

 

Viajeros. Nómadas que por morada habitan bajo un cielo, cuyas constelaciones cambian destino tras destino, amaneciendo cada noche en una nueva tierra por recorrer. Sin detenernos ante la arena, el barro, la piedra o el Fes Fes, avanzamos en armonía como uno solo desde el amanecer hasta el frío ocaso del predesierto. Viajeros hemos sido de esta aventura que ahora os cuento, que, de seguro, volveremos a repetir como otra etapa más de esta peregrinación que es la vida, y que nos ha envenenado y contagiado uno a uno a través de ese Sur que nunca nos cansamos de descubrir, con sus montañas, valles y minaretes colgados del horizonte del Magreb.

p1070605

Tánger, 22h del 30 de Diciembre de 2016. Desembarcamos tras las dudas del paso del estrecho y nos dirigimos al hotel Continental, que mira atento desde su privilegiada posición la llegada de todas las naves que cruzan el estrecho hasta ese puerto. Por las mismas estrechas calles salimos en busca de la cena, para encontrar temprano el descanso que nos prepare para la aventura de llegar hasta Marrakech.

La autopista pasa ante los ojos sorprendidos de los nuevos viajeros, llevándonos pronto hacia el Sur con parada en la Cellah y el Mausoleo de Rabat, a la par que los paisajes van cambiando a gran velocidad, hasta los valles de la ciudad imperial. En la entrada, nos reagrupamos con las motos y penetramos en su alocado palpitar para, tras aparcar, fundirnos en ella entre callejuelas durante esa noche especial con la que despedimos el 2016. “Vete y no vuelvas”. Ya somos otro. Mañana, más.

p1070614p1070629p1070639p1070652

Marrakech, 1 de Enero de 2017.

Desayuno al fresco. La medina nos espera. Jardines Majorelle, Menara, y las callejuelas por las que perdernos y encontrarnos mil y una veces, entre plazas del té, zocos y laberintos. Djamaa el Fnaa. La terraza desde que la puesta de sol se convierte en un latir incesante, que se transforma con los puestos de naranjas, chiringuitos de brasas y encantadores de serpientes. Estamos en otro mundo a una jornada de casa. Una noche más y cambiaremos el bullicio por el predesierto.

p1070665p1070675p1070687p1070701p1070722

Marrakech, 2 de Enero.

El Tizi N´Tichka nos recibe frío antes de la ruta de las mil kasbah, que con su nueva orografía nos permite la visita a Ait Ben Addou y llegar a comer a Ouarzazate. Unos dulces y ya estamos de nuevo en órbita camino de Boumalne, donde llegaremos con las últimas luces. Le Soleil Bleu sigue allí, igual que lo dejamos diez años atrás. Las temperaturas siguen cayendo a la par que cae la noche sobre el valle de las rosas. Estamos en el Atlas, de lleno.

p1070737p1070739p1070748p1070751p1070760p1070761

Boumalne, 3 de Enero.

Apenas salimos de nuestra última meta, hacemos sur en busca de la cordillera del Sahro. Unas cuantas decenas de kilómetros que nos harán vibrar por fin sobre la tierra madre sin filtros, entre rocas negras y pequeños albergues que nos hacen fantasear con la idea de dormir en aquellos parajes alejados de todo, desnudos ante la montaña helada. La hora nos hace descartar la entrada para ver los grabados rupestres y llegamos puntuales al camping Sedrar en busca de una de las tantas comidas divinas que íbamos a degustar en este viaje. Otro lugar con encanto al que volveremos con más tiempo, pero ahora había que seguir para evitar la noche en las pistas que nos llevarían hasta el desfiladero de nuestro albergue. Alternando tramos de tierra y de asfalto fuimos acercándonos, algunos casi exhaustos, al final de etapa, para dejar que nos engullese entre dos montañas ya casi a oscuras, con un suelo que parecía querer comerse también a nuestros neumáticos. Ya solo no quedaba relajarnos en aquel lugar especial bañado de estrellas, y compartir nuestro tiempo con nuestros hospitalarios anfitriones.

p1070777p1070792p1070819p1070822

Mharrech, 4 de Enero.

La pista que separaba ambos puntos sería corta, pero también la más difícil de nuestro road book, alternando fes fes y el paso de Remlia, por el que nos guió nuestro amigo “Alí Brahim”, además de tierra y arena. Rodeamos el desierto de Ouzina con sus espectaculares colores, y nos fuimos acercando a Merzouga, donde comeríamos en la misma brasería del año pasado. Allí, sentados y con ganas de hacerlo todo, decidíamos ordenar la agenda poniendo primero rumbo a la aldea en la que dejaríamos el material que llevábamos aún encima, para compartir durante una hora, un té y experiencias con aquella gente que vivía casi con lo puesto. Ya solo quedaba aprovechar las últimas luces para aterrizar en el albergue de Erg Chebbi, como tantas otras veces. Una cena estupenda y a cargar pilas para el día de la arena.

p1070835p1070848p1070891

Erg Chebbi, 5 de Enero.

Esta vez amanecimos sin prisa alguna, disfrutando del desayuno beréber y en especial de los Gaif que algunos parecen venir a buscar a esta tierra. Luego, el ritual de preparar los coches, ya que los moto-rutones se acoplarían para dejar sus monturas descansando y de paso recobrar las fuerzas perdidas en las etapas anteriores. El plan era gastar toda la jornada en el Erg, y salimos haciendo norte hacia el malogrado lago Jasmina, que cada vez cuesta más ver con agua. Desde allí seguimos hasta el waypoint de la cantera de fósiles, en la que pequeños y mayores nos deleitamos buscando bivalvos y amonites entre las piedras. A mano quedaba el inicio de la pista del Dakar, que fuimos a buscar ya haciendo sur, y que recorrimos sin mucho esfuerzo, ya no sé si por la experiencia de otros años o porque realmente íbamos bien calzados. Un par de paradas a hacer fotos y estábamos enfilando la zona dura que lleva al oasis de Oubira, y de nuevo parada para deshinchar ruedas, ante la mirada desconfiada de los lugareños que me habían visto venir en un suv. “Con eso no vas a subir ahí arriba, ¿no? Baja más las presiones, que te va a costar trabajo”. Tal fue la curiosidad que nos fueron escoltando hasta hacerse evidente que nos estaban marcando el mejor camino, y optamos por seguirles, para finalmente acordar que nos guiasen por el recorrido que mejor estaba para pisar ese año. Así, el esfuerzo fue el menor que recuerdo en las dunas, tanto para entrar como para salir del Oasis en dirección Merzouga, aun con “el Suv”.

La comida la hicimos en Ramilia, otro acierto, aconsejados por Brahim de Erg Chebbi, pues nos pusieron hasta reventar por 80 Dirhams, y tras eso enfilamos al paso de la Momia a ver la puesta de sol desde allí arriba. Creo que ha sido el día mejor aprovechado y con menos contratiempo de todos cuantos he pasado allí. Hasta echamos de menos sacar las eslingas… será que, de tanto bajar, por fin nos hemos hecho a las dunas? O quizás éstas, de tanto vernos, ya confían en nosotros? En cualquier caso llegamos al albergue llenos, felices, aunque aun nos depararía el día una sorpresa más: Alguien, lujosamente ataviado, aparecería en la oscuridad mientras descargábamos los coches, a lomos de un camello guiado por un paje. Al ver a los niños, empezó a repartirles regalos ante su mirada atónita, y nuestras carcajadas de padres que han sabido hacer de este viaje una etapa más de las vidas de los pequeños. Y de este modo comenzábamos a ver el final de una edición familiar, cercana, compartida y tan brillante, que se repetirá a buen seguro el año que viene. Espero que no falléis ninguno. Ya que, viajeros somos, y en viajeros nos convertiremos.

p1070893p1070930p1070937p1070941p1070944p1070952p1070965p1070974p1070989p1070994p1080010

p1070881

p1070889

Video de Urmila y Carles,

1ª Parte:

.

2ª Parte:

.

.

8 comentarios en “Viajeros

  1. Hermosa cronica como siempre Raul, últimamente mis ruedas se dirigen hacia el Norte, pero mi espiritu sigue mirando al Sur que descubri por primera vez contigo, quien sabe tal vez en semana santa podamos volver a compartir un jamon debajo de una acacia. Inch Allah

    Le gusta a 1 persona

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.